Manos temblorosas y un ritmo cardiaco bastante acelerado, así fue como terminé Bioshock Infinite en 2013. No sabía muy bien que acababa de pasar frente a mis ojos, pero sabía que era importante, nunca antes había tenido esa sensación de nerviosismo con alguna otra historia en cine, libros o videojuegos. No era miedo o algo parecido, era incertidumbre por aquella historia, por llenar esos espacios vacíos o que no había comprendido del todo.

Esa misma sensación la repetí al terminar la primera temporada de Westworld, la nueva serie de HBO que, como se dijo desde su anuncio, está inspirada en Red Dead Redemption (RDR) y Bioshock. El hecho de tener a ambas series como inspiración hicieron que me interesara desde el primer momento, lamentablemente no hubo tiempo para disfrutarla cada domingo y solo me quedaba leer opiniones sobre la que parece ser la serie del año.

Para mi buena suerte, las vacaciones de fin de año me ayudaron a tener un espacio en las madrugadas para ver Westworld, en menos de una semana vi los 10 episodios, y tarde ese tiempo porque por error inicie el capítulo nueve en vez del dos y disfrute de un par de spoilers que me hicieron abandonar la serie para terminar la –INCREÍBLE- temporada cuatro de House of Cards. Cuando el berrinche se terminó seguí con los ocho episodios restantes en dos días.

 

 

¿Qué es Westworld? Un drama semanal en el que brillantes soñadores crearon un parque de atracciones inspirado en el viejo oeste. En dicho lugar las atracciones son protagonizadas por los huéspedes, quienes han pagado una fortuna para divertirse en grande. Sin embargo, el parque no está solo, en él habitan los anfitriones, robots creados para dar vida a historias desarrolladas para la diversión de los visitantes. Cabe destacar que los robots son idénticos a los humanos, con todas las funciones orgánicas del cuerpo y una inteligencia artificial lo suficientemente ágil para hacer creer a los huéspedes que están vivos.

Es evidente que la inspiración de Red Dead está clara, el viejo oeste tuvo un pequeño regreso con la obra de Rockstar Games, pero por fortuna, Jonathan Nolan, productor de la serie, no tomó solo la locación para su proyecto, sino que adaptó el potencial del mundo abierto creado por Rockstar San Diego para contar las múltiples historias que vemos a lo largo de Westworld.

Tomando en cuenta lo anterior: los huéspedes somos los jugadores, los anfitriones son non-player characters y todos los encargados de hacer funcionar Westworld en la serie son Rockstar Games. En 10 capítulos vemos misiones de exploración, búsqueda de tesoros, caza recompensas y, lo más importante, libertad total para llegar y matar a todo el mundo… como en Red Dead Redemption. Ojo, Westworld no es una serie de RDR, es una serie de nosotros jugando a RDR en una escala mucho mayor.

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En un mundo donde los cómics se han vuelto parte esencial de cultura pop, me gusta pensar que obras como Red Dead Redemption fueron jugadas por todo el mundo, lo que hace de Westworld una experiencia única. En caso de equivocarme, solo aquellos que tengamos la fortuna de haber conocido parte de la vida de John Marston disfrutaremos cada increíble secuencia de la nueva serie de HBO.

El encanto de Red Dead hace de Westworld un sensacional viaje por cada episodio, en especial cuando alguno de los huéspedes hace notar el hecho de que todo se trata de un juego. ¿Por qué eso es tan importante? Porque nos hacen pensar sobre ese enorme bucle de la industria, esos personajes entrañables que están ahí para nosotros sin pedir nada a cambio y que regresan cada vez que nosotros fallamos o que decidimos reiniciar el juego. Están programados para perder, aunque nosotros perdamos.

Cada nuevo mundo abierto nos muestra un mundo más vivo, un mundo en el que las teorías sobre “los videojuegos te hacen violento” podrían ser hasta reales. Para muchos de los huéspedes en Westworld, el juego les ha permitido liberar a su ser más profundo, su ser más real. Una serie de ideas volaron sobre mi cabeza con cada diálogo de la serie, cada enfrentamiento sobre la humanidad que se refleja en el parque y la humanidad de los robots.

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Ahora, piensa que el mundo de Red Dead Redemption lo está gobernando Andrew Ryan o Zachary Comstock, que sus ideales prevalecen no solo en el juego como tal sino en sus creaciones, empleados y todo lo relacionado con la obra. Ese es el factor determinante en Westworld, que su mundo tiene un dios, y ese dios está obsesionado con la historia de su juego al punto de perder de vista la cordura que tanto presume lo diferencia del resto.

La forma de contar historias de Red Dead se adapta perfectamente al mundo de Westworld, pero la forma de contar historias de Bioshock es la que recibimos nosotros. Sabemos que hay un personaje principal al que debemos seguir, pero no sabemos cómo es que debemos seguirlo, en qué momento estamos o cómo se relaciona con el resto de elementos narrativos. Ya no solo estamos disfrutando de nosotros jugando a RDR, ahora vemos a los que crearon el juego, a los anfitriones evolucionando y a una compañía que no sabe qué está pasando.

De esas tres historias, son los anfitriones los que más importan. Son perfectos en todos sentidos, pero no son humanos. Han sido creados bajo las tres directrices de la robótica, lo que les impide tener libertad total y para su beneficio, los horrores que los huéspedes les provocan son eliminados para iniciar un nuevo día. Aquí es donde la inspiración surge de nuevo, esta vez de obras como Blade Runner; una pequeña actualización para hacer más reales a los robots provoca que éstos recuerden, y esos recuerdos no son nada gratos.

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Para este punto ya entramos a una trama compleja, con diferentes líneas de tiempo corriendo a la vez y más de tres historias a punto de entrelazarse. Cada movimiento es crucial, cada personaje aporta algo y en un descuido te pierdes en el mundo de Westworld como un visitante más. El caos y la libertad de Red Dead Redemption con la intrigante historia de Bioshock. Una combinación tan atractiva como las obras que la han inspirado.

Decir más sobre Westworld sería llegar a los spoilers que, créeme, he evitado a toda costa. No sé de nadie que haya visto Westworld y no conozca, por lo menos, tanto Red Dead Redemption como Bioshock, supongo que somos afortunados de tener ese “contexto” a la hora de ver la serie. Sin embargo, hay mucho más dentro de esa historia que Jonathan Nolan y J.J. Abrams tomaron para su creación, como el mundo abierto y desarrollo de Skyrim.

Una de las primeras cosas que pensé tras “entender” el final del Bioshock Infinite fue: mi hija se llamará Elizabeth. El nombre de Dolores no gusta mucho, pero podría ser…