1984 es el año de Karate Kid, A Nightmare on Elm Street, The Terminator, Gremlins y, por supuesto, Ghostbusters. Un año memorable para el cine. Afortunadamente hemos podido ver cómo estas historias se han desarrollado a lo largo de los años a través de muchísimas secuelas, las que incluso han buscado la forma de explorar no solo la historia, sino también su propio legado cinematográfico y el crecimiento de sus protagonistas. Hace unos cuantos años, Cobra Kai le mostró al mundo que regresar al pasado con una idea sólida y el cast original daba una oportunidad única de reencontrarse con la nostalgia y hablarle a una nueva generación. Bajo esa misma idea, Ghostbusters: El Legado regresa como la tan ansiada tercera parte de la saga, dando la oportunidad de cerrar un ciclo, pero dejando todo listo para explorar nuevas aventuras. 

Luego de perder su casa, una madre soltera y sus dos hijos se ven obligados a mudarse a la vieja residencia del abuelo en Summerville, Oklahoma. Este pueblo olvidado por Dios fue el hogar de un viejo solitario, quien durante años vivió aislado de todo el mundo, cultivando nada más que tierra y viviendo en una paranoia total sobre un apocalipsis inminente. Su hija y sus nietos, a quienes abandonó por completo, no solo tendrán que vivir lejos de cualquier rastro de civilización, sino que además tendrán que enfrentarse al pasado del abuelo, quien aparentemente formó parte de una organización contra lo paranormal que causó gran revuelo en Nueva York durante la década de los ochenta. 

Sony Pictures

Sortear spoilers con la nueva entrega de Ghostbusters es bastante complicado, pues el contexto real tras la muerte de Harold Ramis y los detalles de la producción sobre esta tercera parte dejan muy en claro cuál es la idea detrás de la cinta. Sin embargo, la narrativa logra mantenernos a la expectativa sobre los eventos que vimos, principalmente, en la cinta original, lo que nos lleva de la mano a redescubrir el legado de Los Cazafantasmas a través de una nueva generación de personajes y espectadores. 

Con un claro toque de nostalgia, Jason Reitman, director e hijo del director de la película original, aborda con completo respeto la película de 1984, actualizando de forma convincente la historia, colocando a los nuevos y viejos personajes en los lugares correctos, al mismo tiempo que abre la posibilidad de dar continuidad a los personajes o de cerrar por completo el ciclo; según lo que le convenga a la serie y, por qué no, al respetable. Reitman no arriesga a la hora de proponer cosas nuevas, pero tampoco abusa del fanservice. Lo que sí hace es mantener el encanto de la saga, apostando por un mundo en donde Los Cazafantasmas son una vieja leyenda urbana. 

Bajo esa idea, Phoebe (Mckenna Grace) y Trevor Spengler (Finn Wolfhard) descubren el viejo negocio familiar de forma inesperada, tomándose su tiempo para cuestionar las ideas paranormales, hacer algunos experimentos científicos y hasta regresar a la vida al legendario Ecto-1. Jason Reitman no se apresura en mostrar a los Ghostbusters originales, y tampoco parece obligado a poner a Pegajoso o hacer sonar el icónico tema en algún teléfono. La construcción de los protagonistas y la historia puede sentirse un poco lenta, pero una vez que el mito de Los Cazafantasmas cobra vida, la cinta se mantiene con un ritmo emocionante, buena comedia y buena química en la pantalla por parte de todos los involucrados. 

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Mckenna Grace tarda un poco en sentirse como la gran protagonista, y por momentos parece que el personaje se contradice en cuanto a las acciones que realiza de un momento a otro, pero al final es convincente el legado que termina heredando dentro de este universo. Queda claro que la cinta se centra en ella totalmente, mientras que los otros tres miembros del equipo están ahí para resaltar sus habilidades y empujarla a ser la estrella. Y ojo aquí, que Mckenna Grace es la verdadera protagonista… ¿entonces qué pasa con Paul Rudd? Resulta que el hombre más sexy del 2021 tiene un papel secundario y se pierde casi por completo tras la primera mitad de la cinta. 

Este nuevo equipo funciona, pero se sienten un tanto desaprovechados, y bien podrían cobrar relevancia en próximas entregas. Aún así, destaca mucho el que los personajes más grandes como el de Finn Wolfhard no se sometan a estereotipos adolescentes en donde su objetivo solo es fastidiar a la hermana menor y demeritar su talento. No diría que es el hermano del año, pero está ahí cuando la familia lo necesita y no se comporta como idiota ante los eventos paranormales. Por otro lado, Podcast (Logan Kim) juega a ser el personaje con el que los más veteranos pueden hacer clic ante esta nueva generación. 

Vale la pena mencionar que esta nueva generación de Ghostbusters no tiene ni una sola mención o conexión con la película de 2016 protagonizada por Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones, la cual fue pensada como un reboot de la serie. Por otro lado, la idea de que el videojuego de 2009 era “la tercera película” también parece quedar fuera del canon (con reservas a volver a jugar y ver sí cuenta o no). Por lo tanto, sería bueno que le echaras un ojo a la cinta original antes de ir al cine, no es absolutamente necesario, pero le da un buen plus a la experiencia

Ghostbusters: El Legado es una película divertida y emocionante, un claro homenaje a la franquicia y una cinta entretenida para pasar el fin de semana. Como ya mencioné, puede ser el final de la trilogía y sería perfecto en muchos sentidos para dar cierre a los más de 30 años de historia. Pero sus dos escenas post créditos y la edad de los protagonistas abren la posibilidad de ver más y más material de Los Cazafantasmas para los próximos años. Al final, será Sony Pictures quien tomé la decisión sobre la continuidad de la franquicia, pero esta nueva visión nos deja tranquilos sobre lo que le depare al futuro de la serie. De hecho, este revival tiene el mismo toque nostálgico, pero actualizado de Cobra Kai, lo que augura un buen futuro a Los Cazafantasmas.