Que gran e inmoral negocio descubrió Sony por allá en 2008 cuando decidió eliminar la retrocompatibilidad directa de su flamante PS3 en un intento desesperado por acallar los interminables gritos de horror evocados por unos descomunales 600$/€ de precio inicial. Nunca hubieran pensado lo fácil que seria asaltar el bolsillo de los consumidores a base de un timo semejante. El rotundo éxito comercial que los refritos tuvieron (y tienen aún) en la pasada (y actual) generación termino por aplastar cualquier mesura. El binomio codicia desarrolladora-estupidez consumista, terminó haciendo erupción cuando hoy vemos reediciones de juegos a pocos meses de su lanzamiento original a precio de oro y vendiéndose  como pan caliente. Es el Armagedón.

 

Reconozco abiertamente y sin complejos que he podido acceder a un buen numero de viejas glorias gracias a la copiosa cantidad de ports HD que abundan en las estanterías actuales, recuperar algunos clásicos del videojuego en formato HD esta muy bien y se agradece, el problema viene por otros derroteros. Los asquerosos tradicionalismos comerciales actuales dan absoluta libertad a la venta del software sin limites ni medidas. No es nada mas que se corte el final de un juego y se venda por separado, es que el éxito de los repugnantes DLC ha hecho entender a las desarrolladoras que pueden vendernos lo que sea y como sea con la seguridad que siempre habrá
demanda, porque el consumidor no tiene juicio ni protección ni le interesa adquirirlos. No hay quien alce la voz.

En un dimensión hipotética construida a base de sentido común, el DLC debería anunciarse varios meses después del lanzamiento si y solo si la experiencia de juego asi lo amerita, serian entonces casos contados. Pero su apabullante éxito comercial no solo ha engendrado toda clase de insanas variantes de estafa, sino que las ha consagrado como un método totalmente legal, justificable y aceptado. Vemos entonces como el destilado HD han servido para tratar de colar en nuestras carteras insultos a base de mínimo esfuerzo que generalmente resulta en ports, reediciones o colecciones humillantes a la memoria de la obra original. Estoy hablando de Silent Hill Collection, Zone of Enders HD, Hitman HD Trilogy, Dragon Ball Budokai HD Collection o Tomb Raider HD Collection.

No carajo, no basta con pasar por un filtro HD la(s) obras, apilarlas en un paupérrimo menú y mandar ese despropósito a producción. No debemos aceptar menús originales en 4:3, caída de frames, bugs, ausencia inexplicable de títulos, DLC insertados o controles anticuados. Sin ser un remake, un port es la oportunidad perfecta para hacer algunos ajustes, corregir errores originales, mejorar texturas y ¿por qué no? añadir uno que otro contenido adicional. Por todo esto debemos exigir más remakes y menos ports o aunque sea reediciones a la altura de The legend of Zelda Ocarina of Time 3D, The last of Us Remastered, Tomb Raider Definitive Edition, Metal Gear Solid: The Legacy Collection, Final Fantasy X/X-2 Remaster o The Legend of Zelda The Wind Waker HD.

Y no me hagan hablar de las nuevas triquiñuelas que se ciernen sobre nosotros en el ominosos futuro cercano: Early Access o como se les conoce en el bajo mundo: demos y betas de pago, así como el descarado timo de los juegos «gratis» pay to win, sin olvidar las reediciones de reediciones o de remakes que no parece muy respetuoso asaltar tantas veces la tumba de la leyenda. En todo caso defiendan ferozmente sus carteras estimados amigos, pues las compañías están siempre al acecho.