No voy a negar la ínfula de superioridad que sentí al liberarme de la fiebre amarilla.

Solo después de interminables horas de extrema meditación logré romper las cadenas que durante 15 años me forzaron a ir por las 8 medallas. La destrucción material de mi 3DS fue de gran ayuda sí, pero el hecho fue que vi pasar los míticos astros con altiva indiferencia. Es cierto que en un primer momento me convenció la mejora gráfica, ambientación y aparente aumento de la dificultad (esto último salvajemente discutido), pero al final, los tímidos intentos por variar las sagradas escrituras me parecieron tan adorables como insuficientes.

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Cuando llegó el momento de los ridículos ultra astros, desprecié el prefijo con tono burlón y me dediqué a continuar con mi vida. Confiaba ciegamente en un brillante futuro sin ratas amarillas, anhelaba cada segundo de las interminables horas de libertad por venir…

Entonces un amigo me introdujo a Pokémon Trading Card Game.

Pokémon TCG es posiblemente el juego de cartas coleccionables más sencillo y/o simplificado de la historia. Hearthstone parece a su lado un ultra complejo (ejemplo de cómo utilizar este prefijo) sistema caótico. Vale aquí acotar que Pokémon TCG surge claramente como una adaptación de la bendita formula original, producto de su inesperado e incontestable éxito.

Enfocado en un primer momento al mercado japonés y tratado siempre como producto menor (solo 3 adaptaciones oficiales al videojuego), el juego de cartas de Pokémon se ha logrado mantener, sin embargo, con cierta repercusión mediática (con torneos mundiales oficiales desde 2004) en el ámbito competitivo y ventas posiblemente más que aceptables. Es claro que bebe directamente del fenómeno y lo utiliza para estirar comercialmente su éxito (AKA Pokémon Go).

Su debut en GameBoy Color obedece al boom iniciado por las versiones Rojo, Azul y Amarillo. Solo eso explica el delirio de intentar empacar un juego de cartas coleccionables/competitivo en una memoria de 32 KB. Quizá los occidentales nos percatamos de este desvarío y por eso su secuela directa nunca salió de Japón. Ahora, explicar el despropósito de la adaptación online para PC y tabletas es más complicado.

Vaya por delante que le he dedicado muchas horas a este competitivo online del año 2011. Tampoco acusare su rendimiento pues funciona dignamente en general, pero su trato de producto inferior/segundón/complementario es indignante: no hay retos especiales, IA competente o estilo gráfico característico, solo online. Lamentable porque el potencial, éxito y recursos están allí. Espero no morirme sin ver alguna adaptación al videojuego que haga honor a la marca, o el renacimiento de Pokémon Snap, lo que ocurra primero.

En general debo decir que Pokémon TCG es un juego divertido e inesperadamente profundo, perfecto para iniciarse en esto de las cartas coleccionables.

Todo en Pokémon TCG es simplificación: el juego en sí consta de solo 3 tipos de cartas (Pokémon, entrenadores y energías). Solo uno batalla mientras los demás esperan en el «bench» (party para que nos entendamos); las energías actúan aquí como «mana» para utilizar los ataques (AKA power points), mientras que los entrenadores vendrían a ser los ítems afectando la batalla de diversas maneras.

Las condiciones de victoria son también extremadamente sencillas, básicamente noquear 6 Pokémon rivales o dejar al contrario sin banca (amén de que se nos terminen las cartas del deck).

¡Incluso los tipos de Pokémon fueron simplificados! Adiós a roca, tierra, insecto, hielo, veneno, volador y mis amados fantasmas. Aunque odiosa no niego que esto permite visualizar los tipos más fácilmente. Ni hablar ya de el número fijo para todo deck: 60 cartas. Ultraje nunca visto por este servidor en su vasta experiencia con juegos de cartas.

El hecho de que un solo Pokémon pueda requerir hasta 4 cartas encima (2 formas evolucionadas y 2 energías) para realizar un solo ataque obliga al conjunto a nutrir constantemente de cartas al jugador. De allí que el límite único de 60 cartas por deck parezca una barrera para contener la complejidad, así como la reducción de tipos. Es cierto que la dependencia del robo se hace fácilmente molesta pues termina siendo muy fácil quedarse sin deck, sin mencionar que el 70% de las cartas trainers se basan en eso.

No esperen aquí tampoco efectos particulares estilo Hearthstone o Magic The Gathering, todo en Pokémon TGC se resuelve con «flip a coin» (la máxima definición de justicia para algunos filósofos por cierto). Aún con todo lo controlado, preciso y conciso del sistema resulta en que depende relativamente poco del azar y mucho menos desbalanceado a pesar de los años en general, no como otras aberraciones (Yu-Gi-Oh!).

Solo (y como siempre) los Pokémon legendarios tienden a romper la armonía. Increíblemente fuertes, con exagerada cantidad de puntos de vida y al no ser evoluciones pueden ser jugados inmediatamente. Los ataques GX y versiones Mega tampoco ayudan, pero ese ya es una pataleta de los hermanos mayores que aquí por supuesto se debe imitar.

El hecho de contar con varias versiones de un mismo Pokémon y en diferentes estilos artísticos (3D, infantil, anime, etc.) amenizan la estética en general (mención aparte las versiones especiales, siempre tratando de romper la cuarta pared). Aun así, la aberración de las primeras generaciones y cartas trainers en su mayoría es innegable, algunas de plano netamente horribles.

En general debo decir que es un juego divertido e inesperadamente profundo, perfecto para iniciarse en esto de las cartas coleccionables. A pesar del lamentable y único videojuego los invito a que le den una oportunidad, allí los espero con mi Kangaskhan GX.