La sala, ese espacio central del hogar que paradójicamente se caracteriza por su falta de funcionalidad, mientras en la cocina se come, en el baño se asea y en el cuarto se duerme, en la sala se «esta» estamos justamente cuando no hacemos nada en particular. Esta aparente inutilidad en realidad esconde su auténtica valía: la adaptativa multifuncionalidad pues en la sala podemos hacer lo que queramos. Su transitivo rol generalmente sirve como anclaje entre los demás espacios fomentando el encuentro directo entre los cohabitantes. Es entonces el lugar de las tertulias tanto para los que viven allí como para los que no. El implícito poder que la sala ejerce sobre el hogar es innegable, el que controla dicho espacio controla el recinto. Debido a ello la voraz consola siempre ha anhelado regir el lugar, en incontables oportunidades y de diversas maneras… pero siempre fracasó.

 

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El sueño de todo gamer…

Como bien lo mencionaba mi compañero Cesar en su momento estas megalomaníacas aspiraciones se remontan casi al nacimiento de la industria, alienadas bajo el dogma del mero entretenimiento (actividad predilecta en la incomprendida sala) la consola intento desde el principio arrebatarle el poder a la hegemónica televisión cuya dinastía se ha perpetuado casi un siglo. Tristemente la consola depende en demasía de su acérrimo rival y mientras ese juego de tronos se mantenga jamás podrá desplazarla por completo.

 

Con la llegada de Sony (multinacional que fabrica electrónica de consumo no olvidemos) la consola de mesa gozo de un importante reimpulso como plataforma de entretenimiento en general con la incursión por ejemplo del reproductor de CD que ampliaban el alcance de la consola más allá del juego. Esta era la visión que un fabricante de electrónica audiovisual entendía de los videojuegos: plataforma de entretenimiento que permitiera integración con otros de sus productos (¿o creían que la estandarización del CD, DVD y luego Blu-Ray era coincidencia?). Ya en la sexta generación las plataformas permitirían reproducir películas y música no como gran reclamo pero si como tímido añadido que consolido el concepto de consola como plataforma. Microsoft arribaría con plena intención de potenciar este concepto desde el particular punto de vista occidental (muy abocado como sabemos al gran espectáculo en todas sus facetas).

 

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Lo que nunca pudo ser…

Sería el propio Microsoft al inicio de la pasada generación cuando asestarían un golpe clave a la idea de consola como centro de entretenimiento que ellos mismos estaban tramando. El categórico éxito de Xbox Live induciría una nueva revolución a la consola ahora entendida como plataforma online, donde su mayor baza se trasladaría de centro de entretenimiento a juego por internet. Cierto que se intentó cobijar la idea de entretenimiento ahora reimaginado gracias a las posibilidades de la banda ancha pero el mal estaba hecho. El juego online simplemente trituro cualquier otra propuesta y ello implico una suerte de personalización de cada consola pues ahora requerían perfiles que identificaran a un jugador de otro, la naturaleza del juego por internet que tiende a absorber completamente a un único jugador así como los rasgos de los juegos (generalmente orientados a adolescentes o jóvenes adultos) lanzados por y para ese momento terminaron de despachar a las consolas de la sala a los cuartos.

 

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Ridícula pero innovadora propuesta.

Mientras tanto en una liga similar pero diferente se movía Nintendo con su vetusta idea de consola al servicio del entretenimiento familiar. Wii fue quizá la única y verdadera consola de salón no solo por apuntar a la familia (y por ende también al salón, lugar donde la familia se reúne) sino porque desde su propio nombre entendió que la propuesta debía ser multitematica si querían conquistar la sala aunque fuera poco tiempo. Wii junto con su Balance Board ofreció experiencias muy diversas a la multitud fantasmal que habita la sala: juegos para ellas, para los pequeños, para los mayores, para los jóvenes (único target real de la competencia a pesar de que hablaban de entretenimiento en general) y por supuesto para todos al mismo tiempo.

 


 

Otra vez el apabullante éxito de propuestas alternativas como Netflix, Spotify, reproductores Blu-Ray, Apple TV y por supuesto teléfonos/tabletas termino por aniquilar cualquier aspiración de WiiU o posibilidad autentica de PS4 o Xbox One aunque su interfaz se haya volcado al contenido multimedia y hayan intentado integrar a todo competidor posible. No olvidemos el severo correctivo que sufrió One al intentar alejarse demasiado de su esencia, vapuleado tuvo que rectificar pues para opciones multimedia hay propuestas mucho mejores y lo que en realidad justifica una consola por encima de todo es el videojuego.

 

Nada de esto nos extensa de sentir frustración o molestia con la muerte de uno de los cooperativos por excelencia del videojueo pero el auge del online es abrumador y este prefiere que cada jugador pague por su copia a que jueguen juntos en el mismo salón.