Dragon Quest es el padre de los JRPG, y su influencia en el género es imborrable. Aunque el título más popular de la primera parte de la serie, Dragon Quest III, sea el primero cronológicamente hablando de su saga, no es posible hablar de esta entrega tan importante sin referirnos también a los dos primeros títulos de esta épica historia.

Aunque siempre han tenido sus asteriscos como entregas, fue extremadamente grato presenciar que, cuando se reintrodujo Dragon Quest III HD-2D Remake después de años de silencio, Square Enix también revelara la existencia de tratamientos similares para el primer y segundo juego de la serie, juntándolos en una colección reminiscente a lanzamientos previos en el SNES y Game BoyColor.

Con el nuevo lanzamiento de DRAGON QUEST I & II HD-2D Remake, la trilogía de Erdrick al fin está completa en consolas modernas con un retoque impecable, y aunque tal vez no lleguen a las alturas del legendario tercer título en los ojos de muchos fans, estas primeras dos entregas representan una parte importante de la historia del género. Mientras que el primer título cuenta con cambios que no me fascinaron, hay modificaciones en el segundo juego que lo colocan en otra luz, y potencialmente lo convierten en una aventura equiparable a Dragon Quest IIIdéjame contarte las cosas a mayor detalle en esta reseña.

Siguiendo a Erdrick

Dragon Quest I, el primer título de la serie, presenta una bastante sencilla: eres un héroe que llega a un reino, y recibes el sencillo encargo de rescatar a la princesa y eventualmente salvar al mundo de todos los males que le están acaeciendo. Este héroe es el único personaje que controlamos: aunque en la versión original el héroe luchaba uno a uno contra los enemigos en un bucle de jugabilidad algo sencillo, la mera creación de Dragon Quest fue un hito y definitivamente fue un primer paso necesario – sin Dragon Quest no hubo Final Fantasy, y no habría habido un género entero como lo conocemos.

Sin embargo, con este remake se añadió una mecánica aparentemente sencilla con ramificaciones complejas: el héroe ahora se enfrenta a más de un enemigo al mismo tiempo. Esto en teoría no es malo, pues aunque el remake se encuentra balanceado para permitir este cambio radical en dificultad (y se nota, pues el equipo de Artdink hizo un buen trabajo), el sistema no cambió la estructura base, la cual sigue siendo un título con mucho énfasis en el “grinding”, combates constantes con enemigos para eventualmente subir de nivel y superar barreras metafóricas representadas por los jefes cada vez más poderosos.

Tanto combate y esfuerzo requiere de tiempo y mucha paciencia: sí, es cierto que el remake añade un modo de dificultad reducida que incluso puede hacer que el héroe sea invencible, pero eso vence considerablemente el propósito de la aventura, la cual es en realidad bastante sencilla una vez que superas estas barreras.

El remake de Dragon Quest I es una creación en la dirección correcta, con sensibilidades modernas en sentido de accesibilidad y claridad de diseño, así como escenas adicionales que añaden contexto y personalidad al mundo, pero carga con el peso de ser un producto tradicional que dejaría de ser lo que es con más cambios: el problema es que su base es francamente frustrante, llevando a que jugar el título sea como disfrutar de una exposición de museo: interesante y vistosa, pero con el requerimiento de mucho contexto para poder disfrutar elementos frustrantes u obtusos.

Curiosamente, Dragon Quest II recibió un tratamiento considerablemente diferente, pero creo que también surge de la circunstancia de su estructura base.

Los Vástagos del Héroe

Por muchos años había leído que Dragon Quest II era posiblemente el peor título de la serie, particularmente por ciertos elementos en su progresión desigual (sí, es verdad que muchos de estos elementos siguen siendo reales), pero esta versión se presenta como un juego completo que recibe una mejora considerable gracias a las mejoras de calidad de vida e inclusiones extremadamente bienvenidas.

Mientras que en Dragon Quest I controlas a un solo héroe, en esta secuela jugamos como sus descendientes, tres príncipes de distintos reinos se unen para poder rescatar al mundo de una amenaza que destruyó a uno de sus reinos. 

Sin embargo, este remake tiene un cambio ligero pero más interesante que en su precuela: contamos con un cuarto personaje jugable, lo cual hace que la experiencia sea todavía más similar a la que vemos en Dragon Quest III, con la diferencia positiva de que en este título todos los personajes jugables cuentan con narrativas propias, lo cual hace que su historia se sienta mucho más entrañable e identificable

Adicionalmente, el mundo cuenta con nuevos espacios y sitios completamente originales añadidos en el mundo que se abre considerablemente después de jugar la primera parte: incluso se arreglaron problemas claros en la curva de dificultad con la que contaba el título original.

Mientras que sentí frustración por haber jugado Dragon Quest I, tuve una enorme satisfacción al aventurarme en el mundo de su secuela: resolver sus problemas reveló la realidad del título, una aventura JRPG entrañable protagonizada por un grupo de primos que carga con un legado bastante pesado.

Una Colección Digna

Cada título tiene sus pros y sus contras, pero también es importante hablar sobre la producción completa de esta colección.

El tratamiento HD-2D puede ser un poco controversial por la forma en la que unifica estilos, pero creo que los Remakes de Dragon Quest han podido distanciarse estéticamente hablando de Octopath Traveler o los remakes de Star Ocean gracias a una producción artística única. Por otro lado, la música de Dragon Quest sigue siendo la misma, para bien o para mal: aunque es repetitiva, es innegable que los títulos tienen bandas sonoras memorables y afines a los cuentos de hadas que se intentan compartir con cada entrega.

Por otro lado, las funciones de accesibilidad antes mencionadas son extremadamente bienvenidas, incluso contando con indicadores para continuar con el juego, algo que se recibe con gusto en aventuras con objetivos poco específicos como las primeras entregas de Dragon Quest.

Finalmente, la inclusión de nuevos pergaminos de habilidades para ambos juegos hace que la aventura adquiera un tinte de personalidad más interesante, permitiendo que creemos la versión perfecta de cada uno de nuestros personajes. Si a esto le añadimos que el príncipe de Cannock fue ajustado en Dragon Quest II para ser bastante más útil, tenemos entre manos una aventura divertida sin importar cómo lo veamos.

La realidad del asunto es que Dragon Quest es una de las series más tradicionales que siguen siendo desarrolladas hoy en día: si tú juegas Dragon Quest II o III y saltas a Dragon Quest XI, vas a notar muy pocas diferencias; en realidad los títulos han cambiado con los tiempos, pero siguen cargando con ese ADN muy distintivo, a diferencia de lo que ha pasado con otras series del género. Otra realidad es que Dragon Quest I es un título que se debe respetar por haber hecho historia, y por haber sido un parteaguas en la historia de su género; también hay que aceptar la realidad de que el título quizás no logra sobrevivir a los estándares de la actualidad

Eso sí, Dragon Quest II, su secuela, aguantó el paso de los años gracias a mejoras de calidad de vida y contenido adicional que nutren la experiencia; recomendaría estos títulos si disfrutaste o de los juegos originales o del remake de Dragon Quest III y estás decidiendo jugar la trilogía de forma cronológica, y definitivamente creo que en ese caso estos títulos valen completamente la pena

Aunque fueron una sorpresa al momento de su anuncio, entiendo por qué se volvieron realidad. Con estos dos títulos Dragon Quest cierra su trilogía HD-2D de Edrick de una manera respetable, creando un remake históricamente relevante y otro que reivindica a su título original después de muchos años.

Pros

+Cambios excelentes en Dragon Quest II

+Estilo artístico vistoso  y banda sonora memorable

+ Cambios de accesibilidad bienvenidos

Contras

-Cambios insuficientes en Dragon Quest I