Siempre es desconcertante presenciar una transición, sumergirnos en la confusión del limbo que subyace en la coyuntura de lo que fue y de lo que será. La historia por ejemplo está llena de transiciones cuyos puntos de inflexión muchos se empeñan en clasificar por etapas, eras o periodos, pero lo cierto es que tratamos con un único proceso en continuo desarrollo que no debemos entender por partes sino como un todo indetenible. Aun así lo admito: ser testigo del arrollador paso del tiempo por encima de referencias que creíamos inamovibles es siempre perturbador.

 

El final de Sega y Konami como las conocíamos duele especialmente por lo que fueron, representan el final de una Era y el advenimiento de un futuro desconocido que vemos con recelo reflejado en pantallas de teléfonos celulares. Que no les quede ninguna duda que no veremos (por un tiempo al menos) Sonic, Metal Gear o Silent Hill como los conocíamos, la entropía que sufre la industria japonesa es cada vez más palpable en su acentuada rehuida de grandes AAA, solo Square-Enix y Nintendo (y ambas ya apuntando claramente a los teléfonos) siguen invirtiendo en mastodonicos proyectos. La burbuja del triple A esta por explotar en Japón (si es que no lo ha hecho ya).

 

 

El rumoreado discurso del nuevo presidente de Konami tiene en realidad mucho sentido: ¿Por qué seguir invirtiendo en costosos proyectos que arrojan poco margen de beneficios en relación a su costo, cuando por mucho menos recursos puedo generar casi la misma cantidad? Es un replanteamiento necesario en tiempos de crisis, sobre todo por lo incompetente que ha sido el mercado japonés para adaptarse a los nuevos tiempos. Aunque puedan mostrar una fachada de tecnología y vanguardismo, la cultura japonesa alberga en sus entrañas un marcado sentido de los tradicionalismos y lugares comunes, les cuesta afrontar un verdadero cambio.

 

Occidente por su parte que ha sido cuna de la generación de telefonía inteligente y ha fomentado su desarrollo, parece por naturaleza mucho más abierta a recibir esta revolución: proyectos como Hellblade o el fenómeno Kickstarter son prueba de ello, no niego que el AAA occidental siga representado hoy el musculo principal que mueve nuestra industria y así será por algún tiempo, pero el irregular desempeño que denota la «nueva generación» contrasta una gran diferencia con la vieja. El iPhone, App Store y iPad lo han cambiado todo para siempre. Si algo he aprendido en 24 años de vida es que el tiempo nunca pasa en vano, las cosas ya no son como eran y nunca lo serán.

 

El monstruo AAA por su parte crece agigantadamente sin ningún control sobre si mismo o sobre lo que puede significar para otros. Presupuestos que rebasen holgadamente los recursos destinados a inmensas superproducciones cinematográficas es un escandaloso absurdo para la industria videolúdica. ¿Es ese en realidad el tipo de crecimiento que necesitamos? ¿Esto simplemente se trata de ver quien tiene mejores gráficos o mapas más grandes? Si engulles todo lo que tocas sin preguntar lo único que conseguirás será una buena indigestión. Pero la historia nos demuestra que la manera más efectiva de aprender es con el error e inevitablemente nos dirigimos a otro crack que no destruirá la industria pero si la obligara a cambiar. El videojuego móvil se erige entonces como la propuesta alternativa al método decadente.

 

 

Ha sido para mí verdaderamente impactante presenciar la caída de mis grandes ídolos orientales, prefiero la producción japonesa porque es mucho más imaginativa en contraste con el ultra-realismo occidental, pero esa magia se ha ido apagando con el paso de los años, son tiempos difíciles para quienes tenemos gustos similares. Aun así, los insto fuertemente a no rechazar el mercado celular porque tienen garantizado un futuro en la industria. Ya hay rumores de que la propia Nintendo definirá una consola ambivalente entre portátil y de mesa, si ellos mismos (vamos el fósil más antiguo del videojuego) apunta seriamente al mercado móvil evidencia que debemos modificar nuestros paradigmas para evitar un cambio tan abrupto. Seguir quejándonos del juego móvil o continuar clamando magnos triple AAA es casi como negar la existencia del mañana. Aceptemos los cambios o de lo contrario los cambios no nos aceptaran a nosotros.