Cuando Nintendo lanzó Wii en 2006, la compañía no imaginaba el avance tecnológico que tendríamos con el paso de los años o, mejor dicho, no le importó la transformación que las tecnologías del entretenimiento tendrían en el futuro… al menos me gusta pensar que si eres Nintendo, sabes en qué dirección se moverá la industria que prácticamente tú construiste. Sin embargo, parece que me equivoque.

En comparación con un Xbox 360 o PlayStation 3, Wii es una consola muy inferior en capacidades técnicas, pero como dicen por ahí “su técnica la compensa con pasión”. Con más de 100 millones de unidades vendidas, la plataforma de séptima generación de Nintendo se convirtió en la ganadora de la Guerra de Consolas; transformó la industria por completo, consiguiendo números que hoy en día parecen irreales.

Wii fue la oportunidad perfecta para que los jugadores casuales entrarán al mercado de los videojuegos. Los controles se empezaron a vender como juguetes, los juegos sencillos llegaron a las manos de todo el mundo y las compañías vieron en los papás, novias y abuelitos de los jugadores una oportunidad de mercado única e irrepetible. Los títulos exclusivos de Nintendo en Wii son maravillosos, pero se pierden entre los juegos de baile, fiesta y fitness.

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Entonces, mientras en Xbox y PlayStation, se consolidaron series como Call of Duty, FIFA, Assassin’s Creed o Grand Theft Auto, en Wii podíamos jugar obras que hoy cuestan 17 pesos en la Appstore. Abrir el mercado al jugador casual le costó muy caro a Nintendo; cuando Wii U llegó a las tiendas, todos aquellos que amaban Wii Sports tenían un iPhone o Android, los juegos casuales en consolas caseras costaban 100 veces más que en las tiendas en línea y no parecían lo suficientemente atractivos para dicho público.

En 2006 Wii era un GameCube con esteroides. En 2012 Wii U era como un Xbox 360 y PlayStation 3… solo que a dichas consolas les quedaba un año más de vida como plataformas únicas. Nintendo quedó rezagado una generación desde el debut del Wii. Por más que justifiquemos el gameplay sobre los gráficos, la situación con Wii U nos demuestra que no puedes permanecer en el mercado de los videojuegos con exclusivas, a menos que vendas 100 millones de consolas.

Por más que los fanáticos de Nintendo se nieguen a comprar Assassin’s Creed o Call of Duty, es evidente que la nueva consola de Nintendo necesita tener en su catálogo las mismas opciones que la competencia. En papel un nuevo Zelda suena como el combo perfecto para iniciar una nueva generación… pero pagar más de 10,000 pesos por una aventura en solitario, cuando tus amigos se la pasan hablando del próximo torneo de Overwatch o FIFA, no suena nada bien.

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Ni siquiera tenemos que imaginar un panorama actual, Wii U es la prueba de lo que una compañía no debe hacer con una consola. ¿Por dónde empezar? Wii U llegó a las tiendas para competir contra un Xbox 360 y un PlayStation 3, cuando tanto Microsoft como Sony ya se preparaban para presentar Xbox One y PlayStation 4, respectivamente. Wii U apareció para competir con un iPad, cuando la fiebre por las tablets había disminuido de manera aparatosa.

Wii U podrá tener una increíble lista de juegos disponibles, pero no le ayuda que solo puedas jugar exclusivas ahí o que la competencia te aventaje con las nuevas tecnologías en gráficos o desarrollo. Sin embargo, Wii U también parece un ensayo, una forma de expresar ideas que se concretarán con la salida de Switch o al menos esa es la impresión que me da la consola. De manera tajante, si Wii U no fue una antesala a Switch y ésta no es un nuevo Wii, no veo cómo seguir teniendo consolas de Nintendo en el futuro.

Switch, igual que Wii U, llega para competir con las consolas disponibles: Xbox One y PlayStation 4. Lamentablemente, desde el año pasado, PS4 PRO ya permite correr juegos en 4K como Uncharted 4 o Horizon: Zero Dawn. Por otro lado, Project Scorpio será presentado durante el próximo E3, como una consola que mira más a una novena generación que a una recreación del Xbox One original. ¿Cómo enfrentará Switch el futuro? Siendo un Wii.

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Quizá no llegue a las anhelas 100 millones de consolas vendidas, pero si el concepto híbrido entre sistema casero y portátil funciona, Switch se convertirá en un faro de luz para Nintendo. La idea de Switch resuena en la cabeza del público casual de la misma forma que los Wiimote en 2006, se percibe el interés por la consola y el cambio que ésta trae a la industria. Claro, hay detractores y negatividad desde ciertos sectores, pero el panorama parece más cercano al del éxito que al del fracaso.

En pocas palabras, suena complicado que dentro de un año los juegos disponibles para Project Scorpio y PlayStation 4 PRO puedan desarrollarse para Switch. De igual forma, la única manera de ver títulos exclusivos en la consola de Nintendo (no realizados por Nintendo) es que su plataforma venda lo suficiente para realizar proyectos similares a Soul Calibur Legends o Dead Space Extraction, ambos de Wii.

Especulaciones al final del día, pero una cosa es segura: Nintendo necesita un nuevo Wii y no puede permitirse un nuevo Wii U. Con las cartas sobre la mesa solo nos queda esperar a ver el resultado por parte de Nintendo, y en unos años celebrar el regreso triunfal de la “gran N” o empezar con los rumores del sucesor de Switch… que también podría quedar rezagado de la competencia.