Dentro del universo X-Men creado por Fox en el cine, Wolverine ha tenido un papel fundamental en todo el ecosistema que rodea a la película; desde el protagonismo en la historia, hasta la cantidad de juguetes que se han vendido con la apariencia de Hugh Jackman. 17 años en los que hemos visto algunas de las facetas más representativas del personaje: Origins, Weapon X, Days of Future Past o sus amoríos con Jean Grey y Mariko Yashida.

Logan llega a las salas de cine a poner fin a la relación entre el actor australiano y el héroe canadiense. Un final que según Jackman solo sería eliminado si formará parte del Marvel Cinematic Universe. Sea cual sea el caso, Logan llega a las salas de cine con la enorme responsabilidad de dar cierre a un personaje, de definir lo mostrado en los avances y de respaldar las increíbles críticas que ha recibido tras las primeras funciones de prensa y premieres alrededor del mundo, ¿lo ha logrado?

Estamos en el año 2029, y como ya lo ha dicho Logan (Hugh Jackman), el mundo ya no es como antes. Los mutantes han desaparecido, pero el mundo no ha cambiado de manera radical. No es un futuro post-apocalíptico, pero existen muchas amenazas para aquellos que poseen el gen mutante X. Como es costumbre, los mutantes son señalados como enemigos, su tranquilidad depende de que tanto los deje en paz el gobierno y sus acciones pasadas siguen teniendo peso en su futuro.

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Así nos encontramos con un inquieto Logan, que ahora es responsable de Charles Xavier (Patrick Stewart). De la misma forma que Old Man Logan guarda un misterio sobre los superhéroes, Logan guarda un misterio sobre los mutantes. Con ese trasfondo, nuestro héroe debe hacerse responsable de un nuevo estudiante, una joven con poderes similares a los suyos, que, de manera similar al cómic de Mark Millar, es la razón por la que Wolverine debe atravesar gran parte de los Estados Unidos.

El escenario y el conflicto establecido en la publicación de Marvel acompañan de manera eficiente la película dirigida por James Mangold, en una producción que se parece más a Sicario o Hell or High Water que a una cinta de Marvel o DC. La clasificación C se la gana a pulso, y no por escenas de sexo o desmembramientos al azar como Deadpool, sino por lo explícito de las muertes, la forma en que son causadas y el significado de las mismas. Al final del día, Logan nos muestra al Logan que hemos visto durante años en los cómics.

Todo parece indicar que la película es perfecta, porque existe un momento que nos hace recordar la plática entre Logan y Clint Barton en Old Man Logan, pero no. Es justo ese detalle el que deja encadenado a Wolverine y no logra atrapar nuestra atención de manera efectiva; no hay una respuesta que nos haga aceptar al nuevo Logan, no hay un motivo por el que podamos defender al personaje. No hay una solución que cierre al protagonista de la cinta. Ni siquiera había necesidad de mirar atrás, todo estaba listo en el escenario presentado.

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Logan es increíble, visualmente hermosa, con escenas impactantes y elementos nunca antes vistos en películas inspiradas en superhéroes. En momentos es como The Dark Knight, pero sin el cierre que Nolan, Bale y Ledger, lograron dar al filme de 2008. Decir que es la mejor película de Wolverine es poco en relación de lo que demuestra la cinta… aunque tampoco es tan brillante como muchos la describen.

Hugh Jackman deja de ser Wolverine, y aunque la despedida es maravillosa, le sigue faltando un cierre memorable a la trayectoria del personaje. Logan funciona, pero no tiene el final que merecía. Caso contrario a la que podríamos decir es la otra protagonista, X-23 (Dafne Keen) quién podría merecer otro análisis de su participación y contexto en la trama. De manera similar a la primera X-Men, Laura Kinney tiene un pasado tormentoso y poco manejo de sus poderes mutantes. Ella podría ser la respuesta que buscamos y quizá el cierre que necesitaba Woverine.

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