En más de una ocasión se ha mencionado que, simplemente, los videojuegos en el cine no funcionan. O nos encontrábamos ante una descuidada visión de nuestro querido amigo Uwe Boll o una adaptación irregular que terminaba por alejarse de la esencia verdadera de la franquicia en turno. Este año ha sido muy especial, pues hemos tenido la oportunidad de disfrutar en salas de cine las versiones cinematográficas de reconocidas sagas para el público gamer como Warcraft y Ratchet & Clank, aunque, de nueva cuenta, la aceptación entre el público y la crítica no acompañó a los largometrajes. Esperemos que en diciembre Assassin’s Creed corra con mejor suerte.

Con tales antecedentes, a pesar de que su anuncio me llenó de euforia, francamente no me hacía muchas ilusiones con Kingsglaive: Final Fantasy XV. Película que, más allá de tratarse como un mero elemento más de publicidad para el numerosamente atrasado juego, nos la presentaban como una pieza fundamental para conocer más sobre los personajes y contexto que darán lugar a los acontecimientos del propio Final Fantasy XV.

Confieso que, mientras recorría la sala de cine para sentarme en la butaca correspondiente, a mi mente llegaban recuerdos de lo confusa que me había parecido Final Fantasy: The Spirits Within, primer intento de Square-Enix para hacer llegar su amada franquicia al séptimo arte, la cual ni los más aficionados a la marca comprendimos, y lo mucho que disfruté Final Fantasy VII: Advent Children, secuela del mítico Final Fantasy VII, pero cuyas altísimas referencias al título de PlayStation One terminaron por condenar a la cinta como una obra “Sólo para fans.”

Hallé mi lugar y minutos después la sala se oscurecía, iniciando inmediatamente un intento más de un videojuego para sobresalir en el cine. Tras 110 minutos en los que fui testigo de la desesperación, agonía y sacrificio de Nyx, Lunafreya, y del Rey Regis, puedo decir que  Kingsglaive: Final Fantasy XV es un triunfo. Una obra completísima que complacerán, no sólo a quienes llevan años esperando la aventura de Noctis y sus amigos, sino para el público en general.  

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¿De qué va Kingsglaive: Final Fantasy XV? La situación, en realidad, es bastante simple: Existen dos naciones, El Reino de Lucis y El Imperio de Niflheim, la primera, bendecida por el poder del Cristal, la cual otorga la capacidad de manejar magia, la segunda, por su parte, una superpotencia tecnológica y militarmente hablando, cuyo siniestro líder busca el control del mundo. Tras años de guerra y muerte, los líderes de ambos bandos, el Rey Regis y el Emperador Iedolas Aldercapt deciden firmar una tregua, la cual involucra el casamiento de Noctis, hijo de Regis, con la princesa de Tenebrae, territorio perteneciente a Niflheim, Lunafreya. Desgraciadamente, no todo saldrá como estaba planeado, y el Rey Regis deberá depositar en el experimentado guerrero Kingsglaive, Nyx Ulric, las últimas esperanzas de éste para asegurar el encuentro entre ambos jóvenes para así hacer llegar la paz a ambas naciones. El camino, sin embargo, estará lleno de intrigas, traiciones, sacrificios y despedidas.

Lo sé, puede que el argumento parezca un tanto complicado y enredado en una primera instancia, sin embargo, los primeros minutos del largometraje se encargan de introducirnos en la situación de ambas naciones contundentemente y presentarnos con eficiencias a los personajes centrales de la historia, capturando al instante nuestra atención a los acontecimientos que se desarrollan en pantalla.

Pasada la introducción, el resto es un festival de acción protagonizado  por Nyx Ulric, en donde podemos explorar un poco sobre su tormentosa niñez y labor como guerrero Kingsglaive, sobre todo cuando se desencadena el caos en Insonmnia con la llegada del Canciller Ardyn Izunia e Iedolas Aldercapt, destinados a ser el dúo antagonista de Final Fantasy XV.

La dirección de Takeshi Nozue en la cinta sale bien librada consiguiendo transmitir satisfactoriamente los deseos y miedos de los personajes, además de que por sí misma la película mantiene un ritmo adecuado para nunca tornarse aburrida o intrascendente. Evidentemente hay situaciones un tanto sobradas, como la introducción de referencias a entregas anteriores de la franquicia, que difícilmente serán captadas por el espectador promedio y que bien pudieron ser remplazadas con otros segmentos para ilustrar de mejor forma el pasado de sus personajes y motivaciones para justificar sus acciones.

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De igual forma, mientras personajes como Nyx, Luanfreya, Regis y el propio Ardyn Izunia se roban la película con sus heroicos y despiadados actos, hay casi una decena de personajes cuya presencia parece ser fundamental pero que termina siendo meramente anecdótica. Queda la sensación de un potencial desaprovechado en el resto del elenco, pero era inevitable contarlo todo en solo dos horas.

A pesar de sus fisuras, el guion de Kingsglaive: Final Fantasy XV es lo suficientemente convincente como para, al final de la película, preocuparte por el destino de sus protagonistas y anhelar la llegada del 29 de noviembre para, finalmente, ponerle las manos encima al largamente esperado juego de Square-Enix. Por otro lado, un aspecto que definitivamente es imposible que deje indiferente es sin duda la animación.

No exagero, la verdad estoy convencido de que el apartado visual de Kingsglaive: Final Fantasy XV es lo mejor que he visto en todo el año. Ninguna película Oriental u Occidental me ha impresionado tanto como lo conseguido ésta. No pasan ni quince minutos, y ya te olvidaste que estás viendo una película animada. Los rasgos faciales, las animaciones, los movimientos de los personajes, ¡hasta el cabello de estos! La película posee un nivel ultra realista, técnicamente hablando, que es inevitable no sumergirse en este mundo de fantasía y conectarse con sus personajes.

Si esto no fuera suficiente, aprovechando el poder gráfico de la cinta, la dirección artística de ésta, me atrevo a decir, será de lo más galardonado cuando Final Fantasy XV se ponga a la venta. La vestimenta de los personajes, las ciudades, armas… Como diría el viejo eslogan de Versus XIII: “Esta es una fantasía basada en la realidad”, magia y tecnología se combinan de perfecta manera para mostrarnos un mundo, definitivamente ficticio, pero que conserva ese sentimiento de realismo que lo vuelve creíble y coherente.

Y para coronar el soberbio apartado audiovisual del largometraje, tenemos, por supuesto, la banda sonora a cargo de John R. Graham, aunque también podemos encontrar composiciones pertenecientes a Fianl Fantasy XV, siendo estas firmadas por Yoko Shimomura. Cada uno de los temas refleja perfectamente lo que hallaremos en esta nueva aventura de Final Fantasy: Acción, dramatismo y belleza. Una colección magnífica que nos lleva a través de un viaje de emociones que, al final, enamorará. Te haya gustado o no la película, si eres o no aficionado a la saga.

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En general, Kingsglaive nos brinda una historia sencilla ambientada en un sofisticado universo, la cual goza con un sobrio equilibrio entre el drama y la acción, permitiéndole ser entendible y digerible para cualquier clase de espectador. Un prólogo perfecto que logrará incrementar nuestras expectativas alrededor del largamente esperado viaje de Noctis y sus amigos para reclamar el trono y liberar al mundo de la devastación.

Su bien relatada historia, personajes entrañables y extraordinario apartado audiovisual se convierten en los principales pilares para convertir la cinta en un rotundo éxito a pesar de sus innegables deficiencias, pero que es fácil hacerlas de lado cuando tienes un producto cuya calidad es mucho mayor en cada uno de los aspectos que lo componen.

La verdad, no recuerdo haberme sentido tan complacido y satisfecho tras ver una película basada en algún videojuego. Kingslaive: Final Fantasy XV no solo cumplió, también superó por mucho mis expectativas iniciales. Un ejemplo de cómo deberían ser y verse nuestras franquicias favoritas al incursionar en el séptimo arte.

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