Hemos llegado a un punto en el Universo Cinematográfico Marvel en  donde nada parece sorprendernos, y eso puede ser un arma de dos filos. Dicho factor en una cinta como Iron Man o Thor nos dejaba en claro las posibilidades de llevar a los personajes de Marvel al cine. Luego pasamos a aspectos cósmicos y microuniversos, y el público ajeno a los cómics tardó un poco, pero logró mantener el interés sobre todo lo que ocurre alrededor de sus nuevos personajes favoritos. Ahora, la entrada de Stephen Strange marca una nueva etapa en el universo o mejor dicho en el multiverso Marvel.

Dr. Strange -Hechicero Supremo- es la segunda película de la fase tres del Marvel Cinematic Universe (MCU) y una cinta más de origen sobre uno de los personajes creados en la época de oro de Marvel Comics. A pesar de lo que podríamos pensar, Marvel logra adaptar su fórmula en un personaje de nicho, que a pesar de ser importante en la mitología de la editorial, siempre se ha mantenido apartado de los nombres más populares del medio.

En menos de 2 horas, vemos la caída y resurgimiento de Stephen Strange, un prominente y arrogante cirujano, que por azares del destino termina siendo víctima de su prepotencia. Tras un accidente de auto, Strange pierda la movilidad de su manos y debe optar por la medicina alternativa para sanar su cuerpo. Su búsqueda lo lleva a un lejano lugar en Nepal, donde descubrirá que la realidad es más de lo que aparenta. De la misma forma que Stan Lee combinó una serie de conceptos en los años 60’s, en Marvel Studios ha logrado hacer lo propio en las salas de cine.

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Sin ser tan similares en el cómic, lo que ocurre en el cine es que el Stephen Strange de Benedict Cumberbatch y el Tony Stark de Robert Downey Jr. son muy parecidos y la redención que tienen para volverse héroes es casi idéntica. Me atrevo a decir que en un futuro, el Dr. Strange del MCU tendrá ese tinte irónico de Iron Man; bastante menos preocupado que su contraparte en los cómics. La fórmula Marvel ha funcionado, pero no debería adaptarse de esa forma.

El humor es constante en toda la cinta, desde los chistes que hemos visto en los avances hasta otros que no nos imaginaríamos por ser elementos más «solemnes» del universo del Dr. Strange. La película es una especie de mezcla de la historia de origen que vimos en la primera Iron Man con los elementos cómicos de Guardians of the Galaxy y Ant-Man. Si bien, no está mal del todo, uno podría pensar que el tratamiento al Dr. Strange debería ser más parecido al de The Winter Soldier.

Lo anterior aplica también para los errores más comunes de Marvel. El villano no es una amenaza para el héroe, hasta se siente desperdiciado, y su objetivo, aunque ambicioso y atractivo para el multiverso, no logra consolidarse ni llega a ser un punto crucial en la historia. De igual manera, los personajes secundarios intentan sobresalir entre bromas y trama, pero se quedan cortos en su participación y encajan solo cuando la historia lo requiere, de forma muy poco orgánica.

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Por otro lado, Dr. Strange logra apelar a los lectores de cómics por su estilo visual psicodélico, con múltiples colores, formas y variaciones de la realidad. La entrada al mundo místico del universo Marvel es increíble, desde la forma en que es presentado, sin ser algo complicado o aburrido, hasta la manera en que lo visualizamos y lo percibimos. A todo eso hay que sumarle las referencias a personajes que pocos podrían captar, pero que resaltan el trabajo de Marvel y nos hacen pensar en una Fase 4.

De manera sutil, Dr. Strange nos sumerge en un viaje ácido, con tintes de humor y poca acción. Una historia rápida, que se asegura de presentar elementos esenciales de forma sencilla y sin obligar al espectador a leer decenas de artículos en Wikipedia sobre magia, hechicería o personajes. Más rápida de lo que esperábamos, pero más efectiva de lo que podríamos pensar hace apenas unos días. Marvel sabe que su público va más allá de los que hicieron a Iron Man un éxito hace 8 años.

Siendo la sexta película de superhéroes de este año, Dr. Strange logra sentirse fresca y con aportes a un universo que ha crecido de manera exponencial en los últimos meses. Dos escenas post créditos que nos dejan esperando a 2017, guiños que nos hacen pensar en momentos claves de los cómics y un elemento más a la tan esperada pelea que Marvel Studios viene preparando desde la primera Avengers.

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Dr. Strange pone una pieza clave en un universo donde conviven héroes en conflicto, los vigilantes de New York y seres espaciales. Marvel sigue creciendo en el cine y, creanme, eso nos conviene a todos.

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