El mundo de El Señor de los Anillos del prolífico escritor J.R.R. Tolkien es, sin duda, uno de los más ricos y profundos de la literatura de ficción moderna. Este universo de hobbits y orcos, elfos, enanos y demás animales míticos ha encantado al mundo por generaciones. Cuando Warner Bros. anunció que haría un juego del tema, la comunidad gamer tomó la noticia con ciento escepticismo pero un grado de emoción subyacente. Y vaya que Shadow of Mordor no decepcionó, pues para muchos incluso fue candidato a juego del año en 2014. Ahora, 3 años más tarde, Shadow of War llegó para intentar mejorar todo lo mostrado en la precuela. ¡Y, en gran medida, sí lo logra!

De vuelta a Mordor

Todas las mecánicas que te enamoraron en Shadow of Mordor están de vuelta en Shadow of War, pero corregidas, aumentadas y aún más completas y complejas. Desde el satisfactorio estilo de combate basado en los juegos de Batman Arkham hasta el verdaderamente único sistema Némesis, este regreso a la Tierra Media de la mano de Talion tuvo el acierto de fundamentarse en una buena primera entrega y simplemente refinar y mejorar (casi) todos los aspectos.

Empecemos por el principio. Shadow of War inicia poco después del final de Shadow of Mordor, cuando Talion y el fantasma Celembidor deciden forjar un nuevo anillo único… uno que no esté tocado por la oscuridad y el cual será el arma perfecta para, finalmente, derrotar a Sauron. Y como en un gran cliché de los videojuegos, el curioso equipo lo logra; solo para perderlo antes de los primeros 20 minutos de juego a manos de la araña Shelob. Así, el humano que no puede morir y el elfo fantasma pasarán el resto de la partida luchando contra las fuerzas del Señor Oscuro mientras idean una manera de recuperar el arma perfecta.

A pesar de todo lo que pueda aplaudir de este juego — y que explicaré más adelante—, Shadow of War se queda corto una vez más en el aspecto narrativo. Si esperabas que Monolith diera un salto de calidad entre estas 2 historias, lamento decepcionarte. Lo bueno en esta franquicia es el gameplay, no la historia. La premisa es increíblemente sencilla, los personajes son unidimensionales y olvidables y sus objetivos o manera de actuar nunca son desarrollados a fondo. Una vez más, la pelea contra el mal solo es un pretexto para matar muchos, muchos orcos. ¿Y sabes qué? En este juego, es aceptable.

Todas las mecánicas que te enamoraron en Shadow of Mordor están de vuelta en Shadow of War, pero corregidas, aumentadas y aún más completas y complejas.

Ahora sí, entremos de lleno a la parte interesante. Shadow of War está dividido en 5 grandes regiones, cada una con un mapa de un buen tamaño y plagado de cosas que hacer. Recuerda que este es un juego de mundo abierto, por lo que tú puedes decidir exactamente qué quieres hacer y en qué momento. ¿Quieres derrotar orcos para ganar experiencia? ¿Mejorar tus armas? ¿Avanzar la historia? ¿Liberar una torre? ¿Recoger coleccionables? ¿Rememorar las vivencias de  Calembidor? Perder el camino por ir a hacer una actividad que está cerca de ti suele pasar mucho, pero es un deleite y debido a la gran velocidad de Talion, no es cansado.

Por supuesto, cada una de las ciudades está plagada —y cuando digo plagada quiero decir PLAGADA— de orcos, los cuáles servirán como sparring ante el todopoderoso Talion. (Aquí debo felicitar a Monolith porque logró exitosamente colocar decenas de personajes en pantalla sin que hubiera una caída de rendimiento notable). Puedes olvidarte del sigilo, pues hay tantos uruks por todos lados que casi siempre alguien te avistará. Pero no importa que te vean, porque, de verdad, Talion es un personaje OP. Además de los combos y todas las armas (como espadas o arcos) que puedes encontrar, hay objetos ambientales (como hogueras que pueden explotar), puedes montar animales fantásticos, tienes habilidades élficas especiales que, prácticamente, te dan superpoderes y más adelante incluso tendrás orcos aliados que te protegerán. Y si todo lo demás falla, puedes salir corriendo. Ciertamente, Shadow of War es un juego «sencillo», aunque eso no quiere decir que nunca vayas a morir. Debido a la abrumadora cantidad de enemigos que te enfrentarán, el más mínimo descuido puede ser tu ruina. Sí, vas a morir mucho. Pero eso lo hace todo más interesante gracias al mejorado sistema Némesis.

Más Némesis que nunca

Basado en la exitosa mecánica de la precuela, el sistema Némesis convierte a cada región en una fortaleza con un sistema sociopolítico de orcos con un Señor Supremo (Overlord), varios Jefes de Guerra (Warchiefs), decenas de Capitanes y centenas soldados. Dejando de lado los soldados, cada uno de los enemigos de los demás rangos es generado procedimentalmente y el juego le otorga nombre, características físicas, clase, personalidad, fortalezas, debilidades y habilidades especiales. La cantidad de combinaciones que puede haber, añadida a todas las demás características añadidas, genera combinaciones espléndidas que nunca dejan de sorprender.

Debido al gran sistema Némesis, te enfrentarás a muchísimos de estos personajes únicos a cada rato. Afortunadamente, cada encuentro es especial, pues cada orco te reta y te dice unas palabras antes de atacarte dentro del gigantesco campo de batalla. Derrótalo y conseguirás un gran botín con excelentes armas y experiencia. Sé derrotado y el orco subirá de rango y se hará más poderoso. A pesar de que son batallas relativamente comunes, cada una evoca cierta tensión, pues perder significa que tu enemigo se volverá más fuerte y será más difícil acabar con el Jefe Supremo. ¡Incluso pueden retarte varios orcos al mismo tiempo! Durante mi partida, cierto Capitán me retó y, con grandes trabajos, le gané. Lamentablemente quedé con poca vida, me emboscó otro Capitán y me derrotó fácilmente. Cuando me iba a dar el tiro de gracia, decidió decirme «no eres digno de mi espada», se fue y me dejó vivo. Esa humillación que sentí es algo nuevo que no había experimentado antes en mi carrera gamer, pues supe que mi descuido y falta de habilidad habían hecho a ese Capitán más importante. No lo olvidé y fui a vengarme.

El objetivo de Shadow of War es que, poco a poco, vayas limpiando el sistema sociopolítico de cada lugar, eliminando a las tropas enemigas y colocando a las que hayas reunido a tu lado para infiltrar y debilitar la defensa enemiga. Ya que estés listo podrás desatar un ataque militar definitivo para acabar con las fuerzas Uruk y recuperar la ciudadela. Estas luchas encarnizadas son divertidas de ver y de experimentar, y el enfrentamiento final contra el Jefe Supremo deja un buen sabor de boca gracias a toda la preparación previa que tuviste que hacer para llegar ahí. Aunque, de nuevo, el problema es que, con algo de habilidad y tropas debidamente posicionadas, estas peleas son relativamente sencillos.

El sistema Némesis no es lo único que mejoró Shadow of War, pues ahora tienes a tu disposición un árbol de habilidades aún más extenso, pues cada habilidad tiene un subgrupo de 3 minihabilidades que la mejoran. Así, un árbol que parece ser sencillo a simple vista te pone a cavilar sobre dónde colocar tus puntos de experiencia. ¿Qué es más importante? ¿Montar un dragón o correr aún más rápido? Tu equipamiento también es más complejo: cada pieza de armamento tiene estadísticas que mejoran según su estado (común, raro, épico, legendario) y a veces obtienen bonus especiales. Además, cada arma tiene espacio para incrustar gemas que añaden aún más efectos positivos. Deberás gestionar todo tu equipo para sacar el máximo provecho a tu modo de juego. Shadow of War es más RPG que nunca.

Puede parecer que todos estos cambios profundizan el juego para bien, pero la realidad es que los resultados generales son poco notorios y, en combinación con decenas de menús y una exagerada cantidad de letras, complejizan de manera negativa el juego pues este llega a ser abrumador. Por otro lado, incluso puedes hacer retos diarios para obtener bonos extra o hasta ayudar a otra gente alrededor del mundo a derrotar a sus orcos Némesis. Sí, Shadow of War supera por mucho a su antecesor al añadir muchas mecánicas nuevas, pero quizá exageró un poco tratando de ser demasiado profundo. Por supuesto, este último punto es excesivamente subjetivo, pues estoy seguro que muchas personas agradecerán estas adiciones.

Las controversiales lootboxes

Por último, no podía omitir el controversial tema de las lootboxes. Para mucha gente, que un juego incluya lootboxes automáticamente significa que el desarrollador o distribuidor intenta «robarnos dinero», y especialmente Shadow of War fue criticado por su inclusión. Sí, hay un pequeño tutorial que te enseña a comprarlas y la sección dedicada está directamente en el menú de pausa a un clic de distancia… pero eso es todo. Todo lo que puedes conseguir en estas cajas también puedes conseguirlo con un poco de suerte jugando (normalmente son orcos y equipamiento legendario), y aunque no lo consiguieras, realmente no es necesario. El juego no es para nada tacaño ni con el dinero, ni con la experiencia, ni con los orcos ni con las armas. Comprar lootboxes es un lujo que alguien que no tenga tanto tiempo para jugar puede darse, pero esta mecánica de ningún modo es intrusiva, forzada o molesta.

Shadow of War es, simplemente, un paso en la dirección correcta (aunque pudieron ser dos). La historia sigue siendo un punto débil y ciertas adiciones al juego complican de más la experiencia. Fuera de eso, pasearte por la Tierra Media asesinando orcos y abusando del sistema Némesis es igual de divertido que antes, o incluso más.