Maize es un juego point-and-click en primera persona con una premisa única, un ambiente intrigante e increíblemente ridículo en el buen sentido de la palabra

El mundo de los videojuegos tiene una cantidad de géneros impresionante: desde los shooters hasta los puzzles, los de plataformas o los deportivos, hay un título para cada gusto. Además, hay un nicho de juegos que son populares no por las mecánicas, sino por el tono. Los juegos absurdos y ridículos como Goat Simulator, The Stanley Parable o Saints Row, juegos ridículos cuyo objetivo es sacarte de onda, hacerte reír y pensar ¿»qué **** acabo de ver»? Maize es uno de estos juegos, pues su premisa es ¡resolver un misterio en una granja donde habita maíz vivo!


Misterio y absurdo

Maize puede ser definido como un juego de aventura en primera persona, aunque realmente sus mecánicas de gameplay lo convierten en un point-and-click. Al principio, el título tiene una atmósfera misteriosa y hasta inquietante. Despertamos en un campo de maíz sin una idea muy clara de qué hacer o a dónde ir, por lo que no nos queda opción más que seguir el camino que queda delante de nosotros y tratar de resolver poco a poco la trama. Pronto, encontramos un escritorio de oficina en medio del campo, y es ahí donde lo inexplicable empieza a aparecer frente a nosotros una y otra vez a lo largo de este viaje de más o menos 6 horas. Casas, graneros, cadáveres y hasta un edificio secreto debajo del suelo demuestran que en esta granja ocurrieron experimentos muy extraños que de alguna manera acabaron con la gente. Todo está en su sitio, parece como si el lugar aún estuviera habitado… pero no hay personas.

La atmósfera de misterio desaparece después del primer acto, sin embargo. En el momento en que accedemos al edificio subterráneo, Maize devela totalmente su identidad: un juego absurdo desde donde se quiera ver. Un oso de peluche/robot ruso que se la pasa insultando todo lo que se cruza por su camino, mazorcas que dicen acertijos pero prefieren dormir, post-its por todos lados que explican la relación entre los 2 científicos que supervisaban el experimento que desembocó en el maíz sentiente y decenas de objetos y coleccionables con descripciones ridículas y chistosas ayudan a que el jugador empiece a resolver poco a poco la historia. El punto principal es que Maize entiende lo que es, un juego ridículo, con una premisa ridícula y está orgulloso de ello. Desde el segundo acto, cada situación, cada conversación y cada nuevo giro de eventos tienen aún menos sentido que lo que acabamos de ver. Algunos sucesos te darán risa, con otros te sacarás de onda y con algunos no podrás hacer más que mirar al cielo y pensar con una sonrisa que nada en este viaje tiene una explicación lógica

El problema con el humor de Maize es que a veces puede parecer exagerado o demasiado infantil, casi al nivel de una serie sitcom estadounidense. Diálogos demasiado tontos, personajes que se golpean solo porque sí o ser insultado solo por el hecho de ser insultado puede sacarte un par de carcajadas, pero después de un rato puede empezar a cansar. A ratos, este juego parece haber sido desarrollado para niños de 10-12 años que quieren jugar y reírse sin importar tanto que la trama sea muy compleja. También hay situaciones donde el humor y el sarcasmo son utilizados de gran manera, aunque no en tantas ocasiones como me habría gustado.


Top secret

Para avanzar en la historia, y al más puro estilo de un point-and-click, tendremos que analizar minuciosamente cada uno de los escenarios, edificios y cuartos por los que pasamos para encontrar objetos. Después, utilizaremos estos objetos para combinarlos con otros y/o colocarlos en lugares específicos para abrir nuevos caminos que nos permitan seguir. Así, por ejemplo, colocamos un tapón y ácido en un lavabo para después colocar una mano pegada a un guante y quedarnos con la pura mano. Después, usaremos la mano para abrir una puerta. O también combinaremos un oso de peluche y un procesador de computadora para crear a Vladdy, un Frankenstein-robot-oso cariñosito que nos ayudará en diversas situaciones a lo largo del juego. O también hay puertas que tenemos que abrir colocando varios objetos a modo que parezcan un «cuerpo humano», con una foto, una escoba y un garrafón de agua, por ejemplo. El gran problema, por supuesto, es que si no analizaste bien cierto lugar y te sigues de largo, puedes estar dejando atrás un objeto crucial sin el cual no podrás seguir avanzando. Y dado que el juego se abre cada vez más, podrías tener que regresar y analizar nuevamente decenas de cuartos antes de encontrar lo que te faltaba. Por otra parte, la mayoría de los objetos tienen descripciones útiles que, al menos, ayudan como consejo para indicarte más o menos a donde debes dirigirte o qué debes hacer.

En general, el gameplay es relativamente estándar y no trae muchas cosas nuevas a la mesa. La gran ventaja de este tipo de juegos es que al exigir que el usuario sea minucioso en su análisis, cada uno de los escenarios está muy bien detallado, desde una cocina, hasta una recámara, un laboratorio o un cuarto de grabación. Además, en cada cuarto también encontraremos post-its que se mandaban Bob y Ted, los 2 científicos y que, desde mi perspectiva, son la mejor parte del juego. Es humor, y ciertamente es tonto, pero no podía hacer más que reírme con las ridiculeces que se escribían este par de personajes antitéticos. Las diferencias entre Bob y Ted, uno experto en ciencia y el otro «experto» en marketing fueron seguramente lo que hizo que todo el experimento terminara tan mal.

Auditivamente, Maize también saca una nota buena, pero nada espectacular. La melodía que escuchamos durante la mayor parte del juego es monótona, pero las pocas canciones originales son notables. Además, el doblaje es sensacional a pesar de que este es un proyecto relativamente pequeño. Por otra parte, el aspecto gráfico sigue la misma línea, con puntos buenos y malos: la iluminación es excelente, y cada uno de los escenarios es colorido y variado. Sin embargo, a los bordes les falta suavizado, se aprecia un poco del «efecto sierra» y la resolución en general deja algo que desear.

Definitivamente, Maize es uno de los juegos más extraños que he jugado en los últimos tiempos. La premisa es llamativa y la historia es lo suficientemente interesante como para mantenerte intrigado. Además, el desenlace es la epítome del absurdo, lo que hace que el viaje valga la pena. El aspecto visual-auditivo tiene sus puntos buenos y sus puntos malos, y el gameplay no es especialmente innovador. Sin embargo, si estás en búsqueda de un juego point-and-click entretenido y que te haga pensar un poco, o quieres pasar tiempo de calidad con tu hijo preadolescente, Maize te puede dejar un buen sabor de boca.