A estas alturas es poco probable que no hayas escuchado de From Software y su ya inolvidable legado. Tras el impresionante Demon’s Souls, dos excepcionales Dark Souls y el implacable Bloodborne, el estudio liderado por Hidetaka Miyazaki está de regreso con un videojuego que combina lo mejor de cada uno de los títulos anteriormente mencionados para ofrecernos la que es, muy probablemente, la más grande Obra Maestra del equipo japonés: Dark Souls III.

En otras palabras, Dark Souls III, es la materialización de todas las ideas que ha tenido la desarrolladora desde 2009 y hasta, recientemente, el año pasado. Un producto cuya fórmula jugable ha ido más allá de la perfección y que tecnológicamente cumple al sacar provecho de lo que pueden ofrecer las consolas de actual generación.

Innovar una base que ya era sólida desde el comienzo no es tarea sencilla, pero en From Software han decidido sabiamente qué conservar y cambiar, todo con el objetivo de regalar a los jugadores una experiencia de muy alta dificultad pero, al mismo tiempo, endemoniadamente adictiva y satisfactoria. ¿Estás listo para afrontar el desafío?

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Sé bienvenido al Reino de Lothric

Cuando iniciamos por primera vez Dark Souls III, nuestra primera tarea será la de crear a nuestro personaje. Entre las opciones más destacadas que aquí encontramos se encuentran la de poder bautizarlo con un nombre, elegir su clase (Hay un total de 10 para elegir), cada una centrándose en un estilo de juego en específico. Por ejemplo, el Caballero, tiene propiedades balanceadas entre su ataque, defensa, velocidad y uso de objetos. Es perfecto para quienes vayan a adentrarse en la franquicia por primera vez; El Ladrón, por otro lado, es rápido y posee grandes destrezas para conseguir objetos y saquear cadáveres, pero no es muy fuerte en combate; Y como tercer y último ejemplo, el Guerrero posee una tremenda fuerza física y resistencia, pero su habilidad con objetos y encantamientos es deficiente. Hay opciones suficientes para todos los gustos.

Continuando con la personalización de nuestro personaje, tendremos una amplia gama de variaciones para definir la apariencia física del protagonista. Entre estos elementos encontramos el peinado, color de cabello, vello facial, tono de piel, constitución, etc. Y finalmente, deberemos elegir alguna habilidad especial de la cual podremos hacer uso a lo largo de la partida, como algún elixir que restablezca tu salud cada vez que descanses en la hoguera, una mayor resistencia en combate, más probabilidades de conseguir objetos valiosos, y más. Sin duda un apartado de personalización robusto que deberemos moldear con sabiduría si tenemos la intención de vencer al programa. Una vez hecho esto, llegará el momento de ponernos la armadura y sumergirnos en este largo y cautivador calvario.

Mira los primeros 25 minutos de Dark Souls 3

Después de Lordran y Drangleic, la historia de Dark Souls III nos transporta al Reino de Lothric, un territorio enorme donde abundan decadentes y desolados castillos, pantanos y calabozos, los cuales son habitados por criaturas endemoniadas que no pararán hasta verte sucumbir ante ellos. Tras enfrentarte a varios grupos de estos seres, pronto seremos notificados que el casi perpetuo conflicto que han sostenido los ejércitos de la luz y las tinieblas, han llevado a condenar al mundo a su fin. La única forma de evitar tan apocalíptica conclusión es hallar a los antiguos Señores de la Ceniza y acabar con ellos, siendo esta la encomienda que voluntariamente aceptaremos, emprendiendo así nuestro viaje.

A pesar de lo que se podría juzgar en un principio como un premisa sencilla y predecible, lo cierto es que la dirección de Dark Souls III hace un papel formidable al presentarnos una historia, aun si no has jugado las dos primeras entregas, atrayente desde su primera secuencia en vídeo y cuyo dramatismo va incrementando con el paso de las horas frente al monitor gracias a los giros que se encuentran presentes en el guion, sin dejar de lado que este se ve nutrido a través de una altísima presencia de historias alternas que funcionan de maravilla para expandir el rico universo Souls.

Otro elemento que hace de Dark Souls III una experiencia inolvidable es que el propio estudio parece decirnos de frente que este será el cierre definitivo de la franquicia, al menos en un largo periodo de tiempo. Desplazarnos por el enigmático y peligroso Lothric mientras reconocemos referencias de sus antecesores reflejadas tanto en estructuras como enemigos es un sentimiento mágico para los más fieles seguidores de la marca impulsada por Bandai Namco. Y para cerrar con broche de oro, el enfrentamiento final, aunque quizá no el más difícil de la serie, es espectacular en todo sentido: La escenografía, la música, la furia del rival… Aunque de estos tres apartados hablaré más adelante.

Completar la historia principal del juego requerirá de nuestra parte alrededor de 30 horas de juego, las cuales se ven fácilmente duplicadas si te das a la tarea de explorar todas las zonas ocultas que esconde la obra, así como sus secretos. Definitivamente, un producto que desquita cada centavo invertido en ella.

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La ceniza busca ascuas

Sobre la forma en la que nos movemos por el mundo y controlamos al personaje, no es nada diferente a lo que ya hayamos visto previamente en Souls o Bloodborne. O eso podríamos pensar. Quizá el mayor problema aquí es que, debido a la gran presencia del estudio en los últimos años, podría creerse que el sistema de juego apenas ha sufrido algunos cambios, pero la realidad es otra.

Para quien no lo conozca, cuando estamos en plena partida de Dark Souls, nos encontramos con tres barras en la parte superior izquierda de la pantalla. La primera, de color rojo, nos indica la salud del personaje. Debajo de esta, una de color azul, indica la cantidad de mana que contamos, la cual nos permitirá realizar ataques mágicos o encantamientos, y finalmente, la barra verde, indica la resistencia del personaje, la cual se gastará dependiendo de los tipos de ofensivas físicas que hagamos o si hacemos movimientos bruscos como dar saltos posteriores o laterales e incluso hacer un sprint.

En la parte inferior izquierda de la pantalla, tenemos a la vista cuatro apartados para guardar objetos. El lado izquierdo representa nuestra mano zurda, mientras que el lado derecho la diestra. Regularmente estos espacios los llenamos de un lado con el escudo y el otro la espada, aunque es decisión del jugador decidir qué llevar y qué no, todo dependiendo, de su forma preferida de combatir al enemigo. En los lados restantes, podemos llevar pociones para rellenar las barras explicadas en el párrafo anterior, mientras que en el otro se muestra el hechizo que portas en aquel momento y se encuentra a la espera de ser ejecutado cuando más conveniente crea el usuario.

Y finamente, a la derecha, en la parte inferior, tenemos nuestro contador de almas el cual incrementará dependiendo de la cantidad y dificultad del enemigo vencido. Estas almas también podrías recibir el calificativo de “puntos de habilidad”. ¿A qué me refiero? Bueno, en Lothric, existe un sitio llamado el Santuario del Enlace de Fuego, siendo este sitio nuestro hogar en el cual conectamos todo el mundo de Dark Souls III, siendo posible desde aquí viajar de una locación a otra en cuestión de segundos. En este mismo sitio, podremos canjear las almas que hayamos acumulado hasta ese punto para mejorar nuestras destrezas como mayor salud o resistencia. De igual forma, aquí encontraremos aliados que, por la misma moneda de cambio, estarán dispuestos a vendernos encantamientos más poderosos, elixires, armas más fuertes y escudes doble o tres veces más resistentes.

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Cabe señalar que, si llegas a morir, perderás todas las almas que hayas conseguido hasta ese momento, pero una vez que hayas renacido, podrás trasladarte hasta el sitio donde perdiste la vida. Allí encontrarás un orbe luminoso que de recuperarlo te permitirá conseguir las almas que tenías previamente, sumándolas a las que hayas acumulado nuevamente durante la nueva sesión. Sin embargo, si en el trayecto en busca de las almas perdidas eres nuevamente asesinado, un nuevo orbe surgirá en tu último sitio de deceso, perdiéndose para siempre las almas ganadas en la penúltima partida. Procura no morir, ¿de acuerdo?

A la hora de enfrentar a un monstruo o alguna otra aterradora entidad, podemos notar un estilo más cercano a Bloodborne que al propio Dark Souls II. El combate posee un mayor dinamismo, además de que los propios movimientos de nuestro personaje son más ágiles y precisos, pero no sólo el protagonista ha cambiado. Gracias a la potencia de PlayStation 4 y Xbox One, nos encontramos con escenarios infestados con decenas de enemigos, bestias gigantescas, estando todos bien articulados y más peligrosos que nunca. Si antes los combates eran tensos y en donde reinaba la tensión derivada en que cualquier error podría llevarte a la muerte, en Dark Souls III dicho sentimiento se conserva pero con una mucho más grande espectacularidad donde el combate ofrece una muy notable cantidad de acción sin perder la esencia de tratarse de enfrentamientos inteligentes en el que deberemos tomar decisiones irreversibles en cuestiones de segundos.

El gameplay de Dark Souls III no ofrece sustanciosas novedades o añadidos como el salto que se dio de Demon’s Souls a Dark Souls, o de Dark Souls II a Bloodborne, pero sí nos encontramos con una fórmula que ha evolucionado amplificando y puliendo sus elementos hasta volverla perfecta, en donde, a pesar de la dificultad, el jugador está completamente capacitado para hacerle frente a cualquier adversario y reto, donde su propia habilidad con el mando es el único factor verdaderamente determinante.

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Las almas te mostrarán el camino

Tecnológicamente hablando, aunque el título no impacta en una primera vista si lo comparamos a los logros alcanzados por estudios como Naughty Dog o recientemente Remedy con Quantum Break, lo cierto es que From Software ofrece un encantador mundo sumergido en las tinieblas del que es fácil enamorarse.

Lothric es enorme y variada, es dueña de impactantes paisajes adornados por espectaculares construcciones como castillos y templos los cuales se encuentran en ruinas debido al paso de los años y las incontables guerras que han visto pasar por sus muros. La paleta de colores utilizada para esta ocasión es sombría e inmejorable para transportarte a este mundo de pesadilla donde no sabes qué te encontrarás en el siguiente escenario. La dirección artística es, sin duda alguna, de lo mejor que veremos este año. Paisajes sorprendentes, construcciones fascinantes y criaturas que parecen haber salido de un sitio incluso más profundo que el infierno logran en conjunto escenas inolvidables que solo Dark Souls III es capaz de transmitir.

Por otro lado, la banda sonora compuesta por Yuka Kitamura, Nobuyoshi Suzuki y Motoi Sakuraba alcanza una calidad que es difícil encontrar las alabanzas suficientes para describir lo extraordinaria que es. Personalmente, las melodías que encontramos en el título de From Software son lo mejor que he escuchado este año y quizá de todo 2015. El trabajo del trío es soberbio al firmar un soundtrack con temas que logran hacernos experimentar un sinfín de sensaciones que van desde la emoción hasta la ansiedad, sentimientos que reflejan a la perfección lo que es Dark Souls III y que sirven como impecable acompañamiento para nuestra aventura por Lothric o para disfrutarla desde nuestro reproductor musical favorita.

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En cuanto a la dificultad, o inteligencia artificial de los enemigos, aquí el estudio japonés ha apostado por algo diferente. Mientras que en pasadas obras del equipo japonés, en donde nos veíamos desde los primeros minutos envueltos en un mundo donde estábamos completamente en desventaja y cuya rudeza comprobábamos inmediatamente, en Dark Souls III tenemos una dificultad que se va incrementando mientras vayamos progresando en la historia. Los primeros son sencillos para los más experimentados seguidores de la franquicia e incluso para los iniciados, situación que lleva a pensar que quizá en From Software se han ablandado con el jugador o simplemente pretenden llegar a un público más amplio.

Sin embargo, dicha suposición es rápidamente descartada cuando sorpresivamente te ves involucrado en escenarios en los que incluso pasar de un punto a otro resulta en una acción que demandará de todas nuestras habilidades para atravesar las filas enemigas. La determinación de los enemigos y jefes incrementa ferozmente y en más de una ocasión nos veremos obligados a retroceder. En definitiva, Dark Souls III cumple al presentarnos un desafío más allá de nuestra imaginación que pondrá a prueba nuestras destrezas y paciencia. Anteriormente sugerí que era mejor que procuraras no morir, pero debo disculparme, la verdad es que vas a morir y mucho. Más de lo que crees.

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En conclusión, Dark Souls III es la despedida perfecta de From Software para la franquicia con la que alcanzó el estrellato y el amor del mundo por parte de la comunidad gamer hacia su franquicia y a ellos mismos. Lo nuevo de Hidetaka Miyazaki y su equipo alcanza unos niveles de calidad altísimos, muy cercanos a la perfección.

Dark Souls III es un producto muy completo donde quiera que lo mires. Posee un muy interesante argumento, gráficamente sobresaliente gracias a su impactante dirección artística, largo en cuanto a duración, y dueño de una adictiva jugabilidad que será nuestra arma principal a la hora de enfrentarnos a la desquiciada dificultad que ninguna otra propuesta ha logrado igualar. Sin duda alguna, nuestro primer y serio candidato a Juego del Año que deberá reposar en toda colección y disco duro de aquellos que aman los videojuegos.

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